A cada hijo de Dios le es menester conocer a plenitud el diseño del Padre celestial para la humanidad y la tierra. Cuando hablo de diseño, me refiero al plan perfecto que Él preparó para establecer Su gobierno en el planeta. Este diseño perfecto, tiene dos componentes esenciales que permiten Su manifestación e implementación: el hombre y la mujer. Un binomio creado para vivir en plena intimidad con su Creador, para amarse, cuidarse, crear familia, enseñorearse, sojuzgar, cuidar el huerto, reproducirse, fructificarse y multiplicarse para así perpetuar el nombre de nuestro Padre celestial y establecer Su Reino.
Este binomio, hombre-mujer fue diseñando para trabajar en perfecto acuerdo y unidad. Es por esto que, el enemigo atacó para separarlo y poner enemistad entre ellos. La desobediencia de ambos, los llevó a caer y a morir quedando atrapados por la iniquidad y la maldición, condición que abrió la puerta para que tomara lugar la opresión socio-religiosa y la distorsión histórica-cultural contra la mujer que hemos visto durante toda la historia de la humanidad. A la "serpiente" le convenía que la mujer perdiera su verdadero propósito por el que fue creada: ser la ayuda idónea de quien había sido constituido el gobernante de esta tierra, el hombre.
Jesucristo, el
Segundo Adán, vino para reconciliar TODAS las cosas y a restaurar todo al
diseño original del Padre, a liberarnos de toda maldición que nos alejó de la
identidad y a restaurar el valor, la dignidad y el lugar que el Padre le dio
a la mujer y al hombre dentro de Su reino. Hoy en día, debemos
ser plenamente conscientes de que la obra del Mesías liberó a la mujer de toda
maldición y la restauró a su posición original.
La palabra hebrea
traducida como “ayuda idónea” es utilizada 21 veces en el Antiguo Testamento, y
la mayoría de ellas están en el contexto de la ayuda que vendría de Dios mismo
para completar a Adán, aumentar su capacidad y ayudarlo a desarrollar su
totalidad. A pesar de la autoridad del hombre, la mujer no es alguien inferior,
sino que, muy al contrario, es considerada ayuda idónea o el complemento para que
el hombre sea pleno. (Génesis. 2:18).
“Ayuda
idónea”, no traduce adecuadamente el término hebreo, ezer, porque sería
meramente asistencia. Pero ezer, en una versión literal, diría
“como su opuesto”. Todo en la creación tiene dos polos, todo tiene su opuesto.
Los opuestos son idénticos en naturaleza, pero en grados diferentes. En el relato de Génesis 2, en el que se le
quita al hombre una parte de su anatomía para crear a la mujer, la idea que se
transmite es la de complementariedad. La primera parte no está completa hasta
unirse con la otra. El hombre sin la mujer no podría gobernar como Dios
demanda, porque estaría incompleto. El
hombre y la mujer son como dos piezas de un rompecabezas que encajan siendo
diferentes, contribuyendo, para crear una totalidad perfecta o un gran diseño.
Si
deseamos ver la manifestación del Reino de nuestro Señor Jesucristo en las
naciones y que el mundo crea en Él, debemos volver a ser “uno”, debemos volver
a la unidad perfecta que El diseñó desde el principio. Debemos erradicar el
machismo y el feminismo de nuestro pueblo, de nuestra cultura y de nuestra enseñanza,
ya que estas dos corrientes ideológicas, que han traído tanto daño y perversión,
son producto de la caída, la iniquidad y la muerte del hombre y de su
separación del corazón del Padre. Si le
damos valor a la identidad y al propósito que tienen tanto el hombre como de la
mujer en los propósitos celestiales , habría sanidad, restauración y
restitución en nuestras familias y por ende nuestras sociedades podrían
experimentar la presencia y el gobierno de Jesucristo
En este proceso de restauración,
la mujer juega un papel extremadamente importante, ya
que fuimos creadas con una sensibilidad en nuestros sentidos físicos y una gran
percepción y discernimiento espiritual con el propósito de que pudiésemos
entender con gran profundidad la voluntad del Padre y la pudiésemos hacer
conocer a nuestras familias y a todos los que están en nuestro entorno. Esta percepción
espiritual, nos permite ser un instrumento poderoso del Espíritu del Señor para
provocar despertar, proveer ubicación, dar dirección, conducir procesos de formación
y activar a nuestros hijos en sus encomiendas de vida para que los propósitos
del Reino se cumplan.
Así como un día Eva,
por descuidarse fue engañada y pudo influenciar a Adán a que pecara, así mismo
hoy en día las mujeres podemos ser el instrumento más poderoso para la
restauración y el reposicionamiento del hombre y la sanidad de la tierra.
Invito a que las mujeres abracemos nuestro propósito, que permitamos que el Espíritu
del Señor nos dirija, que nos alejemos de la distracción de la vanidad, que no
conversemos más con la “serpiente”, sino que pongamos nuestro oído y toda
nuestra atención en las instrucciones del Padre, que seamos la ayuda idónea que
el Padre creó, para manifestar Su reino y llenar la tierra de Su gloria.
Profeta Mgs.Paola
Santamaria de Porras
Fundadora de la Red
de Intercesores latinoamericanos
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